Renovables: la energía de las mujeres

Renovables: la energía de las mujeres

Existe una unión muy fuerte entre el universo femenino y las energías limpias: la transición energética ofrece nuevas oportunidades a las mujeres profesionales y ventajas a todo el sector

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Avani Singh era tan solo una niña cuando, en medio del tráfico de Delhi, tuvo una idea que cambió su vida y la de muchas otras personas. Entre coches, vacas y furgones vio que por las calles se deslizaban decenas de “rickshaws”, todos manejados por hombres. Menos de un año después, Avani Singh le entregaba a Kohinoor, una mujer soltera de 33 años con dos hijos, su primer “rickshaw” eléctrico alimentado por paneles solares.

Fue el bautismo del programa “Ummeed ki Rickshaw” (“rickshaw” de la esperanza), puesto en marcha por Avani Singh para ofrecer a las mujeres la posibilidad de acceder a un típico trabajo masculino gracias a la energía solar, que reemplaza a la fuerza muscular. Aún no tenía la edad suficiente para el permiso de conducir pero ya era una emprendedora activa en el campo de la sostenibilidad.

 

Hannah y sus hermanas: soluciones sostenibles femeninas

El caso de Avani no es el único en el que las renovables se ponen al servicio de la creatividad femenina. La investigadora alemana Hannah Bürckstümmer creó un panel solar a base de carbono adaptable a diferentes superficies. En Israel, Adital Ela fundó una empresa dedicada a soluciones innovadoras y sostenibles: desde las farolas a energía eólica hasta las bombillas hechas por mujeres árabes con desechos agrícolas. DeAndrea Newman Salvador dirige la organización sin ánimo de lucro Renewable Energy Transition Initiative, que ayuda a las familias estadounidenses con pocos ingresos a acceder a productos energéticos sostenibles y eficientes. Steph Speirs administra una sociedad de “comunidad solar”: quien no tiene la posibilidad de instalar un panel fotovoltaico en su vivienda, puede adquirir una cuota de los de sus vecinos. La experiencia de Majd Mashharawi, en Gaza, es similar, pues creó un sistema de paneles solares compartidos por varias familias.

 

Mujeres y energía limpia: una unión fortísima

Entre las mujeres y las energías limpias existe una unión muy fuerte a todos los niveles. La Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) ha calculado que, mientras que en el sector de las fuentes fósiles el porcentaje femenino sobre el total de trabajadores llega al 22%, en el sector de las renovables alcanza el 32%. Rebecca Rewald, autora del informe “Energy Women and Girls”, publicado por Oxfam, nos explica que “la industria de las renovables es más reciente, por lo que es probable que no tenga los resabios del predominio masculino de épocas anteriores”.

Pero existe otro factor: las fuentes renovables se presentan como la solución ideal para llevar electricidad a las zonas aisladas, con redes locales (“mini grid”) o sin red (“off-grid”), sobre todo en los países en vías de desarrollo, más distribuidas y, a menudo, dentro del ámbito doméstico. Y en muchos contextos culturales, la opinión de la mujer cuenta mucho más en el ámbito doméstico que en la vida pública.

Según un estudio realizado por Kellie McElhaney y Sanaz Mobasseri, de la Universidad de Berkeley, las empresas con un porcentaje mayor de mujeres en los cargos directivos invierten más en las renovables y dan mayor importancia a los riesgos ambientales.

“Hay siempre un valor agregado si en los organismos decisivos existe mayor diversidad, de género o de otro tipo”, explica Rewald. “La diversidad de cada individuo y de sus experiencias ayuda a una mayor diversidad de ideas, relaciones, estrategias y procesos”.

En resumen, no se trata de hombres contra mujeres ni de una cuestión de derechos y de oportunidades: la inclusión de más mujeres otorga ventajas a todos. 

 

También mejora la vida de las mujeres

El trabajo femenino favorece la difusión de las energías limpias y ayuda al clima y, al mismo tiempo, las fuentes renovables representan una herramienta para mejorar la vida de las mujeres. En muchas zonas rurales, por ejemplo en África, donde se cocinaba usando combustibles tóxicos y poco eficientes, se instalaron pequeñas plantas solares que permitieron el uso de cocinas eléctricas. La primera ventaja es que ahora el aire que se respira dentro de la vivienda, donde las mujeres transcurren mucho tiempo, es sano. Pero también ha mejorado su calidad de vida, porque no deben dedicar la mayor parte de su jornada a ir a buscar leña para quemar, obteniendo así mayor seguridad y más posibilidades de volver a la escuela.

La aculturación también se ve favorecida por la difusión de las renovables, pues al llegar la electricidad a las zonas aisladas, las mujeres tienen mayores posibilidades de acceso a la radio, la televisión y la Internet. Por último, la electrificación con fuentes renovables favorece el microemprendimiento, como el caso del “rickshaw” de Avani.

 

El optimismo no es suficiente

Sin embargo, con el optimismo no alcanza. Una participación femenina del 32% es mayor que la del sector de las fuentes fósiles pero, según Rewald, “todavía es un número bajo y hacen falta mayores esfuerzos”.

Se han puesto en marcha numerosas iniciativas, sobre todo en los países en vías de desarrollo. El Barefoot College enseña a las mujeres analfabetas de zonas rurales (y que ya no son jóvenes) el oficio de instalar paneles fotovoltaicos: las llaman “abuelas solares”. Existen proyectos análogos como el Wonder Women, en Indonesia, y el Solar Sister, en África Subsahariana.

Judith Mugeta vive en el interior de Tanzania. Gracias a un programa sobre las ventajas económicas y ambientales del biogás, sostenido por el Banco Mundial, participó en un curso formativo y obtuvo un préstamo para adquirir dos vacas que producen la materia prima. Construyó una tinaja donde el estiércol se transforma en biogás, que llega a la cocina a través de un conducto. Ha comenzado a vender leche y tiene dos colaboradores. Pero lo que la hace más feliz es saber que gracias al ahorro energético y a las ganancias por su nueva actividad, podrá mandar a sus hijos a la universidad.

La historia de Judith recuerda a la de Avani, Hannah, Adital y todas las demás. Historias diferentes entre sí, ambientadas en campos africanos o en ciudades de Estados Unidos. Historias de emancipación y de esperanza que reafirman esta nueva unión ganadora entre las mujeres y las energías renovables.