La electricidad en el centro de la transición energética

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Después de décadas de estancamiento, el sistema energético puso en marcha en los últimos años una evolución rápida hacia un futuro de emisiones cero. Un cambio de paradigma comparable a la segunda revolución industrial de 1870, o al uso del petróleo en gran escala desde la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, favorecido por un auge tecnológico sin precedentes, llegó la hora de las renovables. De hecho, en 2015 la inversión en energía verde ha registrado un récord histórico (286 mil millones de dólares), a pesar del precio del petróleo esté cayendo ya desde el 2014.

"La transición energética se puede resumir en una frase: se trata de un proceso de descarbonización, en el que el sector eléctrico tendrá un papel clave". Natalia Fabra, co-director académico de Cerre (Centro de la regulación en Europa) y profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, presentó en la sede de Enel Foundation el informe The energy transition in Europe: initial lessons from Germany, the UK and France realizado por Cerre.

El estudio se divide en cuatro secciones: una introducción sobre el escenario de la transición energética en Europa por Natalia Fabra (coordinadora del informe) y tres case studies dedicados a la profundización de la industria en Alemania, el Reino Unido y Francia. La modernización de las economías europeas, según el estudio, es el resultado de la combinación de tres factores: la innovación, la competitividad y crecimiento. Una mezcla que se podrá equilibrar con éxito únicamente  centrándose en la sostenibilidad del proceso y la seguridad del suministro.

La cada vez más rápida transformación del sector eléctrico por lo tanto tendrá un impacto decisivo en la economía mundial, debido a que la electricidad baja en carbono puede ser utilizada en aquellas áreas en las que es difícil reducir las emisiones en el proceso de producción. "Se puede generar electricidad a partir de una turbina de viento, pero no puede hacer ir un coche mediante la instalación de una turbina eólica. Por eso entran en juego los vehículos eléctricos. Un número creciente de sectores necesitará electricidad, y esto implicará un aumento en la demanda ".

Para asegurar que el desarrollo a gran escala de las energías renovables en Europa se convierta en una realidad, explica la profesora, es necesario que haya un marco regulatorio estable a nivel continental, capaz de dirigir las inversiones en renovables y hacer frente a los problemas que puedan surgir en el camino, como la seguridad del suministro. "La Unión Europea está presionando desde hace años a los legisladores nacionales para que contribuyan a la aceleración de la transición, y varios países han adoptado medidas para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones a corto o largo plazo. Las Autoridades establecen reglas e incentivos, que deben ser ajustados para inducir a los servicios públicos y a los ciudadanos a realizar la inversión necesaria para completar la transición: energías renovables, eficiencia energética,  redes de transmisión e interconexión", concluyó Natalia Fabra.

Según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía Agencia (AIE), más de la mitad de la energía que se consumará en el mundo en 2040 provendrá de fuentes verdes. Un adelantamiento que Enel piensa obtener ya en 2019, cuando las energías renovables constituirán más del 50 por ciento de nuestra capacidad instalada. Un paso importante en el camino hacia la neutralidad de carbono, que alcanzaremos en 2050 en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.