Las ciudades para vivir, las ciudades del mañana

La crisis del COVID-19 ha puesto el foco en la centralidad de las ciudades. Antes de 2050, siete de cada diez personas vivirán en una metrópolis. ¿Qué hacer para que las ciudades sean más sostenibles y resilientes? Este fue el tema central del debate de la vigésima edición del #EnelFocusOn, cuyo ponente principal fue Martijn Lopes Cardozo.

Las ciudades circulares: parece el título de un capítulo de “Las ciudades invisibles”, la famosa obra de Italo Calvino. Sin embargo, la ciudad circular, a diferencia de aquellas oníricas que Marco Polo le describe al Kublai Kan en la novela, es una realidad cada vez más concreta y necesaria. Y, como las tramas de las novelas, en las infinitas posibilidades que nos ofrece, a menudo supera la fantasía.

Circular Cities of the Future” fue el tema de la vigésima edición del #EnelFocusOn, celebrado el pasado 24 de septiembre con la participación a distancia del Consejero Delegado y Director General de nuestro Grupo Francesco Starace, del ponente principal Martijn Lopes Cardozo, Consejero Delegado y Director General de Circle Economy, y de los panelistas Joanna Rowelle, Directora de planificación urbana integrada de Arup, y Gabe Klein, empresario y exdirector de los departamentos de transporte municipal de Washington y Chicago.

 

Las personas hacen las ciudades

Al igual que la penúltima edición, esta también se celebró en formato webinar en cumplimiento de las normas de distanciamiento social impuestas por el COVID-19. La misma que en los meses de confinamiento, en pleno apogeo de la pandemia, puso de manifiesto lo importantes que son las ciudades en nuestra vida, sus redes de servicios e interconexión, los mecanismos de ayuda mutua y de respuesta a las emergencias, lo alienante que es la sensación que experimentamos al verlas de repente desiertas y paralizadas. En otros términos, lo importante que es tomarnos en serio el futuro de nuestras metrópolis.

Básicamente, una ciudad circular basa su vida, actividades y servicios en los mismos principios que la economía circular: un sistema en el que se replantea la utilización de materiales y energía, se apuesta por las fuentes renovables y la electrificación, se repiensan la movilidad y el ciclo de los alimentos y se crea así un mecanismo –típico de la naturaleza– capaz de autorregenerarse y provocar el menor impacto posible en el entorno donde se encuentra. Para las ciudades, este es el único camino para llevar a cabo un desarrollo realmente sostenible, conciliando las ambiciones de competitividad con la necesidad de preservar el futuro de nuestro planeta. Y mantener siempre en el centro al elemento más importante: las personas.

 

El futuro estará en las metrópolis

Dado que, según las proyecciones de Naciones Unidas, antes de 2050 los siete décimos de la población mundial vivirán en conglomerados urbanos, destinados a ser cada vez más grandes y –de no actuar desde ahora mismo– inhabitables, no existe mejor laboratorio que una ciudad para aplicar los principios de la circularidad a cada aspecto de su gestión y seguir perfeccionándolos a medida que se produzcan los resultados.

“Estamos convencidos –afirmó Starace al respecto– de que el mundo puede transformarse a través de las ciudades, porque hacia donde van las ciudades también van las naciones. Las ciudades son el lugar donde los problemas aparecen antes, el primer lugar donde la vida puede volverse insostenible, por lo tanto son una palanca poderosa para activar los cambios que queremos en todo el mundo. Nos guste o no, la mayoría de los seres humanos pronto vivirá en una megaciudad, y serán ellos quienes decidirán si lograremos tener un futuro sostenible o no: tenemos que prestar atención a sus exigencias”.

 

Los tres pasos para las ciudades circulares

Pero ¿cuál es la receta –si la hay– para construir la ciudad ideal? Lopes Cardozo empezó su ponencia con una imagen evocadora: “De niño hablaba con los árboles”, dijo. “Olía su perfume, observaba los detalles de las hojas y me sentía en armonía con la naturaleza. Años después, corriendo el maratón de Nueva York, lo que me impresionó en seguida fue la energía del lugar, la diversidad, la excitación que podías percibir en el aire de Brooklyn, de Queens, de Manhattan. Para mí la ciudad ideal es así, vibrante, llena de energía y posibilidades, segura y socialmente equitativa, pero al mismo tiempo capaz de hacerme sentir en armonía con la naturaleza, como cuando hablaba con los árboles”.

En opinión de Cardozo hay tres pasos fundamentales a seguir para crear una ciudad realmente circular. “En primer lugar, debemos definir claramente nuestros objetivos, decidir según qué parámetros queremos medir la prosperidad: poseer bienes materiales ¿significa realmente prosperidad? Por ejemplo, tendríamos que empezar a preguntarnos si tiene sentido tener un garaje y utilizarlo sólo el 10-20% del tiempo, como ocurre en la mayoría de los casos. En segundo lugar, debemos reintegrarnos con la naturaleza, cuidar de los recursos que, incluso en una ciudad, también son primarios: la tierra, el agua y el aire. Finalmente, tenemos que encontrar un nuevo punto de equilibrio entre la dimensión global y la local. Sabemos que el crecimiento económico global trajo muchas ventajas, pero al mismo tiempo tuvo un enorme impacto sobre el planeta. Por el contrario, valorizar la economía local, como la producción de alimentos kilómetro 0, tiene un impacto positivo tanto en la comunidad como en el medioambiente”.

Cardozo admite que todo eso puede parecer arduo y casi imposible de realizar, pero también recuerda que “con motivo de la emergencia sanitaria por COVID-19, en los últimos seis meses hemos revolucionado muchos aspectos de nuestra vida, en un periodo muy breve y de un modo que el año pasado habríamos considerado inimaginable. Ha sido duro, a veces doloroso, pero no imposible”.

Con respecto al COVID, en conexión desde su casa en Londres, Rowelle recordó que “después de la pandemia, cada vez más personas han puesto a la salud en el primer lugar de su lista de prioridades. Por eso, la planificación urbana debe, a su vez, proporcionar un entorno saludable, pensar en el bienestar de las personas y basarse en un principio general de igualdad social. Sin olvidar el pilar fundamental que es la sostenibilidad, basada en la conciencia de que los recursos no son infinitos, evitando generar así una presión excesiva sobre la cadena de producción”. Para hacer realidad esta visión, advierte Rowelle, “es indispensable que exista una colaboración entre el sector público y el sector privado”.

 

La circularidad en la movilidad y el urbanismo

Otro aspecto importante en el que centrarse, según Klein, es la movilidad. “El diseño circular nos ayudará a prolongar la vida útil de los productos, incluidos los automóviles. Sin embargo, pienso que las ciudades deberían invertir en un transporte público cada vez más sostenible, eléctrico, contribuyendo así a cambiar la mentalidad general, que hoy nos incentiva a comprar un coche particular. Un futuro circular es aquel en el que se comparte todo lo posible”.

Pero esto solo es un primer paso. Para Klein la planificación urbana debe repensarse radicalmente: “Las calles y los barrios deberán diseñarse en modo que se favorezca al máximo la proximidad, con el mayor número de servicios esenciales a corta distancia, para que se pueda llegar a ellos caminando o en bici eléctrica. Es importante lograr que en una ciudad el coche no solo deje de ser un objeto de deseo, sino que además se vuelva inútil”.

 

La ciudad es una máquina compleja

En resumen, los aspectos a los que hacer frente para el futuro de las ciudades son muchos y todos igualmente importantes. Al fin y al cabo, como dijo Starace, “la ciudad es la máquina más increíblemente compleja que el hombre haya inventado”. Y, al igual que toda máquina, necesita energía para alimentarse, o más bien, “una cantidad inimaginable de energía: para nosotros es natural –siguió el Consejero Delegado y Director General de nuestro Grupo– preguntarnos cómo podemos contribuir a mejorar la vida en las ciudades. La combinación de electricidad e innovación que nos caracteriza nos permite brindar soluciones extraordinarias que hace poco tiempo habrían sido impensables, como las que estamos discutiendo con los alcaldes de muchas metrópolis en el World Energy Forum. Hoy podemos brindar a las ciudades no solo tecnologías punta que aumentan significativamente su eficiencia energética, sino que permiten a los administradores locales un intercambio directo y en tiempo real con los ciudadanos, para escuchar sus necesidades, sus opiniones sobre lo que se está haciendo y sus ideas sobre lo que queda por hacer. Esto significa que el verdadero corazón de una ciudad son sus habitantes, y este es precisamente uno de los pilares de la circularidad. Las personas deben ser capaces de percibir el auténtico sentido de este concepto que, de lo contrario, corre peligro de no concretarse nunca”.

Una ciudad, se ha escrito, no se mide por su extensión territorial, sino por la amplitud de su visión y la altura de sus sueños. El autor de la frase, el periodista Herb Caen, al escribirla probablemente pensó en l ciudad de San Francisco, pero esto vale tanto para las ciudades del pasado como para las ciudades que queremos para nuestro futuro.

Descarga aquí la tercera edición del documento de posición “Ciudades circulares - Las ciudades del futuro”.