“My Best Failure”: el fracaso ya no es un tabú

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El mundo industrial se abre a la posibilidad de fracasar. Los equipos de trabajo más eficientes y productivos son aquellos en los que cada uno es libre de buscar nuevos caminos aun corriendo riesgos, sin miedo a fracasar y a sufrir punición: el fracaso ha dejado de ser un tabú. Lo afirma la psicología moderna y lo han comprendido las empresas más innovadoras y sensibles al bienestar de las personas. Entre ellas se encuentra Enel, que promueve la idea del “no blame” (sin culpa) y, en 2015, puso en marcha el proyecto “My Best Failure”, un reconocimiento que premia los fracasos más constructivos.

El proyecto, en apariencia paradójico, tuvo un gran éxito y se repitió en 2018. Recientemente, también fue el tema de una entrevista que Ernesto Ciorra, Director de Innovability de Enel, concedió a la revista de la European School of Management and Technology (ESMT), el prestigioso instituto alemán con el que Enel colabora participando en su Sustainable Business Roundtable.

Reconocer los propios fracasos no es fácil, afirma Ciorra, pero la iniciativa de Enel también funcionó porque la participación de los altos directivos ayudó a superar la resistencia. Además, la nueva edición experimentó un aumento del 75% de las visitas a la plataforma informática donde se comparten los fracasos y del 170% de comentarios y votos.

Uno de los conceptos clave de la nueva edición, puso de manifiesto Ciorra, es la diferencia entre fracaso y error. Un fracaso puede ser el resultado de una iniciativa innovadora de la que no se podía predecir un resultado negativo, mientras que el error puede ser la consecuencia de un descuido que se podía evitar.

El premio está dividido en dos categorías, Best Innovative Experimentation y Best Lesson Learned, una manera de invitar a que los fracasos se consideren, por un lado, como el efecto de experimentos innovadoras y, por el otro, como lecciones que aprender.

Para Ciorra, el modelo adoptado por Enel está perfectamente preparado para ser “exportado”: “Toda empresa que se plantee innovar y ajustarse a los complejos cambios en curso tiene que incorporar la idea de no culpabilizar. La mayoría de los cambios llega desde abajo, si no se facilita la participación de las personas poniéndolas en condiciones de dar su contribución, se echa a perder un gran potencial. En definitiva, las personas necesitan que alguien las anime a ensayar algo nuevo, a experimentar y, de no tener éxito, a reconocer la lección que pueden aprender y compartir su experiencia. Precisamente lo que hace Enel a través de la plataforma My Best Failure”.