Open Power to Art, la energía de la creatividad

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Al seguir el Giro de Italia de 2021, los aficionados al ciclismo habrán notado que, durante cuatro etapas, los ciclistas pasaron cerca de unas cabinas eléctricas decoradas con murales multicolores: estructuras de servicio cuyo valor principal nunca había sido la estética, convertidas en obras visuales que, además de ser bellas, transmiten un mensaje. En el caso del Giro, la importancia de la bicicleta para un país que, como Italia, siempre se ha identificado con las hazañas de los grandes ciclistas y hoy ha vuelto a utilizar la bicicleta como medio de transporte ecológico.

 

Cabinas artísticas

Las obras han sido realizadas en el marco de una de las numerosas iniciativas puestas en marcha por el Grupo Enel en apoyo del Street Art, “Cabine in Rosa”. En Italia, ya son un centenar las cabinas eléctricas decoradas por artistas callejeros. En la iniciativa, también han participado niños y muchachos de 5 a 12 años, cuyos dibujos más originales han sido elegidos para decorar diferentes cabinas de transformación de Enel.

 

El poder abierto del arte

El Grupo puso en marcha iniciativas semejantes también en otros lugares: por ejemplo, con “Open Power to Art”, un proyecto que, en 2018, se puso en marcha en nueve países del mundo –cuatro en Europa y cinco en América Latina– con el objetivo de divulgar una forma de expresión que, en los últimos 20 años, se ha convertido en un auténtico arte, celebrado en todo el mundo con exposiciones y festivales.

La fuerza del Street Art radica en emerger desde abajo, dar voz a las necesidades de quienes no tienen voz cambiando la apariencia de algunos lugares, difíciles o periféricos, hasta convertirlos en puntos de atracción. En los últimos años, el movimiento artístico se ha afirmado con fuerza gracias a las obras de autores como Banksy, JR, Swoon, Shepard Fairey, ya iconos e innovadores, como sucedió en el Pop Art con Andy Warhol y Roy Lichtenstein, y émulos de la obra revolucionaria de Keith Haring y Jean-Michel Basquiat.

 

Rápidos y anónimos

Generalmente, los grafitis se realizan con aerosoles o stencils, los stickers impresos en estampas adheribles que se pegan en los muros y los tenners, que consisten en modificar billetes de 10 libras o 10 dólares (de ahí su nombre, que deriva de “ten”, diez en inglés).

Otras creaciones del Street Art son los cut-out, partes de figuras humanas o animales, por ejemplo ojos, manos y patas, insertadas en elementos urbanos ya existentes como señales de tráfico, buzones, papeleras o pasos de cebra. Acaba de aparecer la técnica del wheatpaste, que toma su nombre de la cola que utilizan los tapiceros o los encuadernadores, y que se realiza a través de collages de elementos en diferentes materiales que, juntos, componen la obra.

 

Espacios para expresarse

Pero la fuerza del Street Art reside en el mensaje. Los artistas más aclamados son los que no tienen miedo de tratar temas actuales y sensibles y exaltar la inclusión, la paz, el futuro del Planeta y las iniciativas para luchar contra el cambio climático. Su capacidad de alcanzar una gran audiencia con mensajes sencillos y directos, sin limitarse a un museo o a una muestra, ha llevado a administraciones públicas y a empresas que creen en los mismos valores, como Enel, a poner a disposición de los artistas espacios para expresarse libremente y contribuir juntos a la renovación de zonas y barrios, o a iniciativas relacionadas con la educación.

 

Valor para las comunidades

La ventaja es mutua, como demuestra la actividad del artista callejero más famoso, Banksy, quien firmó numerosas obras en las periferias británicas que, de inmediato, se convirtieron tanto en un motivo de orgullo para las comunidades locales como en atracciones turísticas. Por ejemplo, en 2014, cuando el propietario de un edificio de Bristol, Reino Unido, decidió quitar de un muro el grafiti “Mobile Lovers” para venderlo privadamente, la administración de la ciudad se opuso, afirmando que se trataba de un bien de propiedad de la colectividad. Y cuando otra obra de Banksy, “Slave Labour”, se quitó de un muro en el suburbio de Wood Green de Londres, toda la comunidad se rebeló: el mural se había convertido en la atracción principal del lugar, señalado incluso en carteles a la salida de la estación del metro. Toda la población se sintió defraudada y luchó para que le devolvieran su obra maestra.

 

Integración y valores compartidos

El arte actúa como una poderosa herramienta de renovación urbana, de integración de las periferias de las ciudades y de creación de valores compartidos por la población. Enel comprendió estos aspectos y los asumió a través de su iniciativa Open Power to Art, que se integra perfectamente en su modelo Open Power. La idea, comenta Cristina Papetti, directora de Sustainability Global Infrastructure and Network, consiste en utilizar “las cabinas y los edificios de Enel como galerías de arte al aire libre, con la finalidad de integrarlos en el territorio con la colaboración de las comunidades locales. Así, se pone en marcha un proceso de diálogo y escucha proactiva de las partes interesadas para contribuir a la creación de valor compartido, ya que –aprovechando los temas relacionados con nuestra actividad de negocio– podemos comprender por adelantado las exigencias de las comunidades en las que operamos”.

La capacidad inclusiva la demuestra el éxito da las iniciativas llevadas a cabo en el mundo dentro del ámbito de Open Power to Art. Efectivamente, además del proyecto italiano de Street Art, Enel promovió la creación de obras en los parques públicos en Brasil que permitieron recuperar espacios urbanos con la finalidad de mejorar la calidad de vida de los vecinos, fomentando la inclusión y reduciendo la violencia callejera. La inclusión también estuvo en el centro de una experiencia en Colombia, donde en el EnergizArte Festival se apuntaron más de 110 artistas que trabajaron sobre el tema de la energía limpia. Además, en La Reina, Chile, Enel apoyó a siete artistas callejeros para realizar un mural de 690 metros cuadrados, contribuyendo a brindar una oportunidad social y artística a los jóvenes.

Además de apoyar a las comunidades, el arte contribuye a proteger el medioambiente, como ocurrió en Lima, Perú, donde las obras se realizaron con una pintura fotocatalítica que contribuye a absorber las sustancias contaminantes del aire y descontaminarlo. Pero el proyecto no se detiene y se sigue renovándose, con un objetivo muy claro: producir obras que no sean un fin en sí mismas, sino que estén relacionadas con el contexto socioeconómico de los lugares para dejar una huella y contribuir a la renovación de la zona y la promoción de las comunidades. El arte también contribuye a la creación de las redes del futuro, más abiertas y cercanas a las exigencias de la comunidad.