Liderazgo gentil: el trabajo en equipo funciona cuando las personas pueden mostrar sus pasiones

A Word from Guido Stratta

{{item.title}}

Hoy en día, la gentileza permite crear un espacio de relaciones para que las personas se escuchen: con amabilidad podemos mostrar ideas y opiniones antes de tomar una decisión. Porque los líderes gentiles son capaces de dar espacio a las personas. Y eso significa cambiar completamente la forma de trabajar, para vivir mejor y conseguir objetivos cada vez más importantes.

Tenemos –y tendremos– siempre la necesidad de que alguien guíe el grupo de trabajo durante el momento oportuno, el de la realización. Hasta hace poco, las personas en una posición de liderazgo podían tener una visión asimétrica de la relación, que confundía la jerarquía con la participación. Este mecanismo llevaba a pensar que las ideas del “jefe” eran las mejores, así como sus consejos: sin embargo, con el paso del tiempo, nos hemos dado cuenta de que incluir y ampliar los puntos de vista es el camino correcto.

“El hacer”, de hecho, conlleva un verdadero resultado cuando entra en un proceso participativo. Y si queremos que el trabajo en equipo funcione, debemos dejar que las personas muestren sus gustos y talentos de forma libre. Debemos hacer que los puntos fuertes surjan. Esto es, para nosotros, el “liderazgo gentil”: permitir que se cuide la relación, dar espacio a los individuos.

Si a lo largo de los años las organizaciones han apostado por la “ejecución”, se han olvidado de “escuchar”. Estos últimos años estamos redescubriendo la importancia de este componente, sobre el que se funda la dimensión del Nosotros, hecha de integración y pluralidad. La colaboración del equipo ayuda a que todos, incluido el jefe, mejoren y crezcan. El Nosotros abre historias que el Yo no ve y esta relación puede llevarnos más lejos, conseguir mejores resultados. Si tenemos la humildad de juntar estos otros puntos de vista, ganaremos. El Nosotros tiene más fuerza que el Yo. En la vida y en el trabajo.

En el futuro, siempre habrá la necesidad de un líder, capaz de acabar el proyecto, de guiar al equipo en la dirección adecuada. En este contexto, los líderes gentiles dan libertad a los equipos que coordinan, ayudan a la cohesión del grupo e intervienen para mantener los equilibrios. Cuando un equipo funciona, el ritmo de colaboración está presente. Y los líderes, en su rol, deben ser capaces de sacar a relucir las potencialidades de las personas.

La separación entre los intereses de trabajo y los privados corre el peligro de no funcionar. Es justo en estos donde se consolida una inclusión de tipo emotivo que constituye la base de los lazos informales y humanos que potencian el equipo. Esto incluye, además, las vulnerabilidades, las debilidades y los aspectos menos fáciles de gestionar. Cuanto más compleja es una persona, más puede fortalecer el equilibrio del grupo.

Para las empresas, ha llegado el momento de repensar su forma de trabajar. Hemos confiado en las capacidades de las personas y hemos tenido la posibilidad de practicar la amabilidad a un nivel completamente nuevo. Hemos aprendido que, gracias a la confianza en las personas, se llega lejos, que la capacidad de encontrar nuevos sistemas de interacción tiene resultados. Ha llegado, también para el coordinador, el momento de revisar los estilos anteriores de liderazgo, que no funcionarán en una nueva forma de trabajo.

Un líder siempre debería preguntar: ¿qué ideas tienes sobre el proyecto? Para florecer, el talento debe tener un ambiente correcto. Las empresas han visto siempre el talento en una única dirección: el rendimiento, el potencial, la capacidad, la cultura. Pero para que pueda considerarse realmente, el talento necesita que se le “escuche”. El nuestro, el de cada uno de vosotros, hacia uno mismo, para entender cuál es el terreno correcto para cultivar y hacer crecer nuestro talento. Desde fuera, el de quien trabaja con nosotros y tiene el papel de ayudarnos a desarrollarlo.

La gentileza nos permite recuperar el sentido de identidad personal y profesional, y ayuda a las personas a identificarse y tener autonomía, a aprovechar su complejidad, confrontarse, abrirse al diálogo y, sobre todo, crecer. Este crecimiento será profesional y personal.

El futuro de las organizaciones será un mix digital-analógico (digilógico), facilitado por la simplificación de los procesos y los procedimientos empresariales, hecho de confianza, responsabilidad, escucha, intereses y nuevos modelos de liderazgo.