La e-mobility en la cuarta revolución industrial

La e-mobility en la cuarta revolución industrial

Descubre en qué consiste la cuarta revolución industrial y cuáles pueden ser sus beneficios para la movilidad eléctrica y las ciudades del futuro

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Hay quien la llama Industria 4.0. Otros prefieren la expresión Cuarta revolución industrial, porque transmite mejor la envergadura del fenómeno que se está produciendo. De hecho, se trata de una transformación comparable a la de las grandes revoluciones industriales del pasado.

La primera revolución industrial, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, se basaba en la mecanización y en la máquina de vapor. Con ella, la sociedad agrícola se transformó en sociedad industrial. La segunda, a finales del siglo XIX y principios del XX, tuvo como protagonista a la electricidad y trajo consigo, entre otras cosas, la cadena de montaje y la producción industrial en masa. La tercera, que comenzó en los años 80 del siglo XX, fue la transición del sistema analógico al digital: primero los ordenadores personales y luego, Internet.

 

Mayor que otras revoluciones

Estamos en la era de la Internet of Things, la Internet de las cosas, pero también de la Internet of Systems. Se trata de una nueva fase que deriva de la revolución digital pero con mucho más alcance que esta. Robótica, inteligencia artificial, vehículos sin conductor, impresión en 3D, nanotecnología, biotecnología, ciencia de los materiales, almacenamiento de energía, ordenadores cuánticos: son sólo algunos de los sectores que están experimentando los avances más espectaculares.

En vista de todo esto, según Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (WEF), los cambios que estamos viviendo no son solo el desarrollo natural de la tercera revolución industrial, sino más bien el principio de la cuarta.

Schwab cita tres aspectos principales que justifican esta definición. En primer lugar la velocidad: actualmente la innovación avanza a un ritmo exponencial, incomparablemente más rápido que el ritmo lineal de las primeras tres revoluciones industriales. En segundo lugar, la difusión: no participan únicamente los países más avanzados o los sectores más tecnológicos, sino prácticamente cualquiera que posea un smartphone en cualquier parte de mundo. Por último (y sobre todo), el impacto: los cambios potenciales no afectan solamente a los sistemas de producción, sino también a los de organización de la sociedad y de gobierno.

Si las primeras dos revoluciones tenían como escenario el mundo físico y la tercera el mundo digital, la cuarta funde ambos contextos y está añadiendo, además, al mundo biológico con la bioingeniería (como prótesis y robots para aplicaciones biomédicas) y las biotecnologías (por ejemplo, los OMG). Por consiguiente, no solo la tenemos ya ante nuestros ojos, sino que además, podría ser la mayor de todas.

 

El nuevo paradigma energético

Hay dos sectores concretos capaces de transformar completamente el panorama de las ciudades del futuro: la energía y los transportes. Un artículo firmado por el Administrador Delegado de Enel Francesco Starace junto a Jean-Pascal Tricoire, Administrador Delegado de Schneider Electric, se centra en estos dos aspectos y en su intersección: la movilidad eléctrica.

En el sistema energético ya estamos asistiendo a profundas transformaciones. Las más evidentes son la transición hacia fuentes limpias, la generación distribuida y la gestión descentralizada de las redes, con una participación cada vez más activa de los clientes.

Todo ello es posible gracias a los avances de la cuarta revolución industrial: las técnicas de almacenamiento, es decir, de acumulación de electricidad y sobre todo, la digitalización de las redes. Además, estas innovaciones nos permiten electrificar cada vez más, es decir, pasar a la alimentación eléctrica en muchos ámbitos, empezando por el transporte.

 

Movilidad eléctrica y más

Los vehículos eléctricos ya son una realidad en nuestras ciudades. Según un estudio de Bloomberg, en 2030 constituirán casi un tercio de la compra de los automóviles nuevos. Junto a la electrificación, las nuevas posibilidades de la digitalización fomentarán cada vez más los sistemas de car sharing y de mobility-as-a-service, es decir, servicios de movilidad por suscripción. Y esto es solo el principio: en el futuro las flotas comerciales de vehículos eléctricos estarán al orden del día, así como los vehículos sin conductor, ejemplos paradigmáticos de la cuarta revolución industrial.

También en 2030 utilizar vehículos autónomos en régimen de mobility-as-a-service conllevará un ahorro del 40% respecto a los vehículos privados de combustión: así lo indica el informe “Electric Vehicles for Smarter Cities: The Future of Energy and Mobility”, publicado por el Foro Económico Mundial.

 

Oportunidades que hay que aprovechar

Como en todas las revoluciones, el éxito de estas innovaciones dependerá del uso que se hará de ellas. En lo que respecta a los vehículos eléctricos, como explican Starace y Tricoire, su futuro está ligado a la evolución de tres factores: el desarrollo de una adecuada red de infraestructuras de recarga, la electrificación prioritaria de vehículos de uso cotidiano (como los medios de transporte públicos, los vehículos de car sharing y las flotas comerciales) y un enfoque apropiado por parte de los responsables políticos y los inversores, entendiendo por enfoque adecuado aquel orientado al mercado y abierto a todas las partes interesadas.

Si se saben aprovechar estas oportunidades, los cambios que ya se están produciendo en el sector de la energía y de la movilidad convergerán, lo que es una condición indispensable para que la cuarta revolución industrial saque el máximo partido a la movilidad eléctrica en beneficio de los ciudadanos: cuando las ciudades sostenibles del futuro se conviertan en una realidad del presente.