Blue Economy: un océano de oportunidades

Blue Economy: un océano de oportunidades

El futuro de la economía se tiñe de azul gracias a la Blue Economy, la economía circular basada en la valorización de los recursos de mares y océanos

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¿Cuál es el color de la economía? Si hacemos caso a la definición de Thomas Carlyle, que dijo que la economía es una “ciencia triste”, el color sería el gris. Pero si pensamos en el que puede representar la economía del futuro, el color es el azul, pues la valorización de océanos, mares, ríos y costas puede ampliar las fronteras de la economía circular y crear nuevas oportunidades promoviendo un crecimiento sostenible e inclusivo.

 

El desarrollo sostenible para mares y océanos

La Comisión Europea certifica que la evolución de la Blue Economy (economía azul) es óptima. En su último informe anual explica que en el 2016 este sector representó el 1,3% del PIB de la Unión Europea, con una facturación de 566.000 millones de euros y un crecimiento del 14% respecto al 2009. El sector generó 174.000 millones de euros de valor agregado y creó 3,5 millones de puestos de trabajo (el 1,6% de la ocupación total de la UE). La economía azul está demostrando que no solamente sabe crecer rápidamente sino que también sabe resistir con eficacia a la crisis financiera, atenuando parte de los efectos de la recesión de las economías costeras. No es casualidad que Italia, Reino Unido, España, Francia y Grecia ocupen los primeros cinco puestos de la economía azul europea. 

“El futuro de la economía azul es prometedor. Con inversiones en innovación y a través de una gestión atenta y responsable, integrando aspectos ambientales, económicos y sociales, podemos duplicar el sector de forma sostenible para el 2030”

– Karmenu Vella, Comisario Europeo de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca

Liberar el potencial de la Blue Economy significa apuntar a varios sectores: no solamente la pesca, la acuicultura, el turismo costero, el transporte comercial, la energía marina (de la energía undimotriz o de las olas a la producción eólica offshore, con el 90% de las turbinas eólicas del mundo en aguas europeas), sino también las industrias emergentes como las biotecnologías acuáticas. Está previsto que el número de puestos de trabajo en Europa relacionados con el sector de las energías renovables oceánicas pueda duplicarse antes del 2030. El mismo entusiasmo se da en las biotecnologías azules cuyas aplicaciones recaen en los sectores médico y farmacéutico, pero también alimenticio y en la producción de energía. Lo demuestra el sector de la biomasa de las algas, cuyo valor actual europeo es de 1.690 millones de euros y 14.000 empleados. De hecho, se descubrió que las micro-algas no solamente son determinantes para la fotosíntesis de los mares sino que también se pueden utilizar para la producción de biocombustible, tal y como lo demuestra el proyecto BIOFAT (BIOfuel From Algae Technologies), que permitió la realización de plantas de producción en fase experimental en Italia y Portugal.

¿Y qué podemos decir de la energía de los mares? Un ejemplo destacado es el de Pentland Firth, en Escocia, donde nacerá una central submarina de 400 MW que dará energía a casi 175.000 viviendas. Las turbinas serán más pequeñas que las de las instalaciones eólicas porque el agua marina es 800 veces más densa que el aire, y una corriente con una velocidad de 5 nudos (9,26 km/h) puede generar más energía que los vientos que soplan a una velocidad de 349 km/h.

También nuestra Enel Green Power lleva a cabo muchos proyectos, entre ellos el que realizará en colaboración con Carnegie Clean Energy Limited ("CCE"), después de un acuerdo firmado el pasado 30 de julio con la empresa australiana especializada en el desarrollo de energías renovables, para desarrollar y testar el CETO 6, el sistema de la CCE para generar energía undimotriz que es una evolución de su anterior proyecto, el CETO 5. La nueva instalación incorpora la producción de energía eléctrica por medio de anclas y módulos PTO (Power Take-Off) múltiples, que convierten la energía cinética de las olas en energía eléctrica. El nuevo sistema CETO 6 tendrá una capacidad nominal de 1,5 MW, un incremento notable respecto al CETO 5, que generaba 240 kW.

Enel Green Power está contribuyendo a la Blue Economy también en Italia, participando en el clúster tecnológico nacional BIG (Blue Italian Growth), la red de contactos italiana que se compromete con varios frentes: el ambiente marino y el área litoral, la biotecnología azul, las energías renovables del mar, los recursos abióticos y bióticos, y el astillero y la robótica navales.

Incluso hay lugares donde ya existe un ministro dedicado a la Blue Economy: en Seychelles, donde se firmó un pacto revolucionario sobre el débito soberano para proteger mar, fauna y barrera coralina. En el acuerdo firmado entre el paradisíaco archipiélago del océano Índico y algunos fondos participó también la fundación del actor ambientalista Leonardo DiCaprio y se estipuló que, a cambio del pago de la deuda de 20 millones de dólares, se creen dos parques marinos para reparar los daños causados por la pesca descontrolada y el turismo en las barreras coralinas y la biodiversidad marina. El intercambio “deuda por delfines” debería proteger el patrimonio natural del país así como su futuro económico, totalmente ligado al turismo y la pesca.

Los matices azules son infinitos. Y es que, como destacó la misma Comisión Europea, si el océano fuese un estado, sería la segunda economía más grande del mundo. Así que ojo con desperdiciar las oportunidades; tenemos que luchar por eliminar los posibles obstáculos.

 

La economía circular contra la contaminación marina

Los escollos en los que podría estancarse la economía de los mares son muchos: de las amenazas de la contaminación química a las prácticas de pesca ilegal, de los cambios climáticos a las agresiones a las costas y a los ecosistemas marinos, pasando por la presencia a niveles inconcebibles de residuos en el mar. Por esta razón, las Naciones Unidas organizaron en junio de 2017 la primera Conferencia mundial sobre los océanos, donde se firmó la declaración Our Ocean, Our Future: Call for Action: 139 países se comprometieron a adoptar estrategias a largo plazo para reducir la contaminación marina, favoreciendo el desarrollo de economías sostenibles basadas en los océanos.

Europa también es promotora de varias iniciativas, como la colaboración con la Alianza Transatlántica para la investigación oceanográfica y con la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco. Además, está desarrollando el Blue Science Cloud Pilot, un dispositivo cloud que moderniza el acceso, la gestión y el uso de datos marinos y marítimos. También sostiene la conservación de la biodiversidad marina y costera de la cuenca del Mar del Caribe y colabora con el programa para la pesca del Banco Mundial (Profish).

A su vez, cada estado europeo también ha mostrado su compromiso. Sobre todo Francia (con el segundo espacio marítimo más grande del mundo), que aplicó medidas muy eficaces contra la contaminación marina debida a los residuos de plástico. Al mar llegan más de diez toneladas de residuos por año, por lo que si no se produce un cambio drástico en poco tiempo, antes del 2050 podrían estar nadando en el mar más plásticos que peces.

 

La base de la revolución económica es el desarrollo ambiental

Pero Blue Economy significa sobre todo aprender a adoptar una nueva manera de pensar la economía, proyectando métodos de producción y de consumo con un impacto ambiental menor. Esto es lo que sostiene Gunter Pauli, economista y escritor belga, primer teórico de la Blue Economy y fundador del think tank internacional Zero Emissions Research Initiative. Según Pauli, podemos pasar de la economía de la escasez a la economía de la abundancia solamente “con lo que ya tenemos”, como sucede en la naturaleza. Su Blue Economy no necesita muchas inversiones para salvar a las empresas, ya que gracias a un menor empleo de capitales se puede construir capital social y crear oportunidades de trabajo. Los ejemplos son numerosos: se pueden cultivar hongos en los restos de café, reemplazar las hojas de metal de las maquinillas de afeitar desechables con hilos de seda, crear joyas a partir de arroz, reutilizar las cáscaras de tomate para producir filtros solares, lavar la ropa con los descartes de las naranjas… En su famoso libro “The Blue Economy”, Pauli anuncia 100 innovaciones y 100 millones de nuevos puestos de trabajo. La clave es aprender a razonar en azul.