Años noventa: una nueva dimensión internacional

Años noventa: una nueva dimensión internacional

Una década de importantes transformaciones geopolíticas que incluye el final de la Guerra Fría y la llegada de la globalización y que, además, marca la transición de Enel: de ser una de utility estatal a ser una multinacional integrada que cotiza en bolsa.

Las palabras claves de la economía mundial cambian rápidamente en los años posteriores a la caída del Muro de Berlín. Termina la Guerra Fría, parece que el mundo deja atrás conflictos y fronteras, y todo empuja hacia la globalización, la apertura de los mercados y la competencia, gracias también al nacimiento, en 1991, de la World Wide Web (WWW), la llamada red, que marca un paso fundamental hacia la digitalización. Hasta ese momento, los mercados estratégicos estaban dominados por monopolios nacionales que, rápidamente, emprendieron el camino hacia la liberalización y la internacionalización. Todo esto sucede en el sector del transporte ferroviario, en las telecomunicaciones y, también, en el mercado de la energía eléctrica.

Al inicio de la década, en Italia se sentaron las bases de esta transformación. En 1991, comienza con una tímida liberalización de la producción que permite a las empresas generar electricidad para su propio consumo y revender el exceso de energía a Enel. En julio de 1992, Enel se convierte en una sociedad anónima y su único accionista será, hasta 1999, el Ministerio de Hacienda. Es un paso fundamental hacia lo que ya se vislumbra como una trayectoria obligada: la liberalización del mercado y, consecuentemente, la transformación de la estructura de Enel hacia la privatización, la diversificación de negocios, la separación de actividades entre varias empresas y la expansión en el mercado internacional.

Ya desde los comienzos de los años noventa Enel se prepara para su cita con el mercado global, sobre todo por su ingreso, en 1992, en el Grupo E7, que reúne a las principales empresas eléctricas del mundo con el objetivo de elaborar estrategias comunes, especialmente en el ámbito del desarrollo sostenible y de la cooperación en los países en vías de desarrollo.

Oficialmente, Enel entra al E7 en 1993, durante la cumbre organizada en Florencia y, junto con ella, forman parte del grupo la empresa francesa Edf, las japonesas Kansay y Tepco, la alemana Rwe y las canadienses Hydro Quebec y Ontario Hydro. Aquí comienza el proceso de internacionalización de la empresa que, en el año 2000, comprará Chi Energy, una de las principales productoras de energía de fuentes renovables en EE. UU. y Canadá y que, en 2003, cambiará su nombre por Enel North América. En 2001, inicia la construcción de las líneas de transmisión en Brasil, antesala de la gran expansión en América Latina que, actualmente, protagoniza Enel Américas. Y continuará en 2007 con la compra de Endesa, la principal utility española hoy propiedad de Enel al 100%.

Mientras tanto, en el ámbito de las tecnologías, el crecimiento de las renovables no se detiene. En 1994, se contruyeron el parque eólico de Acquaspruzza, en la provincia de Isernia, Italia –primera central eólica de Enel– y el parque fotovoltaico de Serre Persano, cerca de Salerno, que, por mucho tiempo, fue el más grande de Europa con sus 3,3 MW de potencia instalada. La instalación de parques eólicos continúa con un ritmo constante durante toda la década, principalmente en el centro y en el sur de Italia. En el año 2000, la potencia instalada entre energía eólica y fotovoltaica aumenta 10 veces más con respecto a 1992, pasando de 3 a casi 30 MW.

La política suma otras piezas fundamentales a la transformación del mercado gracias a las leyes aprobadas por el parlamento en 1994 sobre la privatización de empresas públicas y, en 1995, con la creación de una autoridad nacional independiente para la energía. En 1999, el denominado decreto Bersani y la total liberalización permiten una transformación irreversible del sector energético. Finaliza el monopolio de la producción de energía eléctrica y Enel debe disminuir en un 50 % su capacidad productiva para dejar espacio a la competencia con otros operadores. Las actividades de producción, distribución y transmisión estarán a cargo de tres empresas, respectivamente, Enel Produzione, Enel Distribuzione y Terna, que se ocupa de la gestión de la red y de la que, en 2005, Enel cederá la totalidad de su propiedad.

En noviembre de 1999, con la que entonces fue la mayor oferta pública de acciones en el mercado italiano, Enel Spa cotiza en bolsa. Una operación que involucra a más de 3 800 000 accionistas italianos y extranjeros y que representa casi el 32 % del capital social. La empresa ingresa en el nuevo milenio cumpliendo con todas las credenciales para completar su transformación de ente nacional dedicado a la electrificación italiana –como lo fue en sus comienzos– a operador integrado multinacional, como lo es actualmente.

Esta transformación incluye, además, una nueva relación con los clientes, tanto grandes como pequeños. De hecho, la privatización coincide con la instalación de contadores electrónicos que miden los consumos en tiempo real y brindan asistencia técnica desde la central y que, además, fueron los antecesores de los actuales smart meters, que permiten que cada usuario se convierta en un protagonista activo de la transición energética.

La estructura corporativa actual, fruto de una evolución posterior a la privatización de 1999, tiene como finalidad garantizar a cada tipo de cliente, en cualquier parte del mundo, un servicio a la medida de sus necesidades, gracias a empresas como Enel X, e-distribuzione, Enel Green Power, Enel Energia y con filiales o empresas participadas en todos los continentes. Los años noventa pusieron los cimientos del actual Grupo Enel: una multinacional presente en 30 países, con 92,3 GW de capacidad total, el mayor operador privado del mundo en el sector de las renovables –con una red de 2,3 millones de kilómetros y 70 millones de usuarios finales– y el primer operador de red mundial.