El futuro de las cadenas de suministro en la era de la electrificación limpia

El futuro de las cadenas de suministro en la era de la electrificación limpia

Krisha G. Palepu, economista de la Harvard Business School, explica cómo la búsqueda de la independencia energética está redibujando el mapa mundial de la oferta de tecnologías renovables y por qué proyectos como la Gigafactory 3Sun desempeñan un papel estratégico.

La pandemia, la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas han puesto de relieve la importancia estratégica de las cadenas de suministro, las cadenas globalizadas de abastecimiento y distribución en las que se basa nuestra economía y, en particular, industrias estratégicas como la de la energía. Una cuestión que se ha convertido en ineludible para los gobiernos y las grandes empresas que trabajan en la transición energética. La transición hacia una electrificación basada en las renovables no solo es crucial para luchar contra el cambio climático, sino también para evitar la dependencia excesiva de otros; en este contexto, es vital crear nuevas cadenas de distribución para los materiales y las tecnologías que son la base de la producción de baterías, paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas y redes inteligentes. 

Las cadenas de suministro globales y la relación en constante evolución entre las economías avanzadas y los mercados emergentes están en el centro de los estudios de Krishna G. Palepu, economista estadounidense de origen indio, actualmente Ross Graham Walker Professor of Business Administration en la Harvard Business School. Coautor, con su colega de Harvard Tarun Khanna, del libro Winning in Emerging Markets, Palepu es autor de docenas de artículos de investigación sobre globalización económica y gestión empresarial, y ha formado parte de los consejos de administración de importantes empresas. 

En una visita a Italia, Palepu acudió a la sede de Enel en Roma y se reunió con la alta dirección de la empresa para estudiar de cerca el caso 3Sun. La Gigafactory de Catania para la producción de paneles fotovoltaicos es, de hecho, un caso paradigmático de cómo Europa está trabajando para independizarse en tecnologías energéticas limpias.

 

De la deslocalización a la relocalización 

«La experiencia de la pandemia y, más en general, las tensiones comerciales entre EE. UU. y China, están obligando a muchas empresas a replantearse sus cadenas de suministro», comienza el experto de Harvard. «El énfasis se ha desplazado de la eficiencia a la resiliencia, y la relocalización (traer de vuelta a territorio propio partes de la cadena de suministro que se habían externalizado a otros países, ed) forma parte de esta estrategia. En industrias estratégicas como los microchips o la energía, el fenómeno es más rápido que en otros lugares». Según Palepu, una parte de la producción relacionada con las energías renovables se concentrará en Europa y Estados Unidos, mientras que otra se trasladará a terceros países, distintos de China, con menos tensiones geopolíticas. Empezando por India, «que está haciendo mucho por atraer inversiones», señala Palepu. «Es, en sí mismo, un gran mercado para las renovables y está trabajando para aumentar la capacidad de producción nacional, incluso en el sector del hidrógeno verde». Lo mismo ocurre con Australia, que figura entre los principales productores mundiales de litio, elemento clave de las baterías. 

Sin embargo, el profesor Palepu advierte que la independencia energética total podría ser una quimera. «La independencia energética es una especie de grial, porque la energía es por naturaleza un mercado global», explica. «No creo que ningún país llegue a tener una independencia total». 

Según Palepu, aún es pronto para saber si la guerra en Ucrania tendrá el efecto de estimular la descarbonización, como principal vía hacia la independencia energética o, por el contrario, la ralentizará. «La experiencia de los primeros meses fue en la dirección contraria, con indicios de una vuelta al carbón y la construcción de nuevas terminales de gas natural licuado. Pero el principal efecto de esta crisis ha sido concienciar a todo el mundo de que depender energéticamente de regímenes autocráticos e imprevisibles es demasiado peligroso. Esto se aplica a Rusia, pero también a algunos países de Oriente Medio. Las energías renovables proporcionan más seguridad, y esto crea un poderoso incentivo para invertir en el proceso de conversión de la energía. Lo hemos visto con la Ley de Reducción de la Inflación en Estados Unidos y con las iniciativas de la UE. Hasta ahora, los gobiernos se habían mostrado mucho más reacios a intervenir en este sector, pero las cosas cambian cuando se reconoce que es una cuestión de seguridad nacional».  

Las valoraciones de Palepu sobre las tensiones que afectan a las cadenas de suministro energético están en sintonía con los principales informes del sector, como el elaborado recientemente por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) Securing Clean Energy Technology Supply Chains, según el cual los efectos combinados de la pandemia y la guerra «amenazan con invertir una tendencia de una década a la baja de los costes de las tecnologías de energía limpia», con una subida vertiginosa de los precios de los minerales y metales críticos a partir de 2020 (en 2021, los precios del litio, el cobalto y el níquel eran entre un 25 % y un 40 % más altos que el año anterior). En general, el peso de las materias primas en el coste global de las energías renovables está aumentando considerablemente, al igual que el del transporte de los componentes. 

 

La importancia de las economías de escala

Es precisamente en este contexto que se vuelve estratégico un proyecto como 3Sun, que comenzó en 2010 pero que, recientemente, ha dado un salto cualitativo gracias a una importante inversión del Fondo Europeo de Innovación, que permitirá crear una auténtica Gigafactory, la más grande de Europa, con una capacidad de producción que alcanzará los 3 GW en julio de 2024. 

«Es una iniciativa muy ambiciosa y los volúmenes son los adecuados para hacerla económicamente creíble», comenta Palepu. «Las economías de escala importan mucho para una industria como la de los paneles solares, y son la razón por la que China ha llegado a dominar el mercado, produciendo tantos paneles que puede abaratar significativamente el coste. Del mismo modo, si Europa quiere ser autosuficiente, no puede permitirse ser tímida. Debe producir cantidades comparables y ello requiere grandes inversiones y el apoyo de los gobiernos». Pero un reto no puede finalizar con la producción de componentes. «La autosuficiencia también exige la creación de todo un ecosistema en torno a los paneles, que incluya la transformación de las materias primas y la formación de personal especializado», señala el profesor.

 

El papel de las infraestructuras

Otro elemento clave para la independencia energética, según el experto, será el desarrollo de las infraestructuras de distribución. «La producción solar, por su propia naturaleza, se concentrará en zonas de Europa o Estados Unidos donde la irradiación es mayor», y lo mismo ocurre, naturalmente, con la energía eólica en lo que respecta a la exposición al viento. «Una infraestructura que pueda distribuir eficazmente la energía por todo el continente será crucial, y construirla es un reto especialmente complicado». 

En Estados Unidos, recuerda Palepu, se calcula que en las próximas décadas servirán mayores inversiones en redes de distribución de energía de las realizadas en los últimos 100 años. «Occidente ha perdido en parte la pericia que tenía antaño en grandes proyectos de infraestructuras», explica Palepu. «En China, las infraestructuras se construyen con la facilidad con que se bebe un vaso de agua, mientras que aquí nos enfrentamos a demasiados obstáculos, desde patentes hasta el síndrome NIMBY (acrónimo de 'Not In my Backyard', es decir, la oposición de las comunidades locales a la construcción de diversos tipos de instalaciones, ed). Creo que la creación de infraestructuras de distribución, de las nuevas redes eléctricas hasta las redes de distribución de hidrógeno, es el ámbito en el que más tendremos que concentrar nuestros esfuerzos».  

 

Cinco pilares para las cadenas de suministro del futuro

La próxima década será, por tanto, decisiva para garantizar cadenas de suministro resilientes y sostenibles en el sector energético. A este respecto, en su informe sobre las cadenas de suministro, la AIE señala cinco pilares en los que debe centrarse la acción de los gobiernos y las instituciones internacionales. El primero es la diversificación, para evitar la concentración de los suministros en una sola zona geográfica o, incluso, en centros de producción, luchando contra los monopolios y manteniendo en la medida de lo posible varias tecnologías competidoras. El segundo, es una fuerte aceleración de la transición energética hacia una electrificación limpia, con el fin de crear un círculo virtuoso de incentivos para nuevas inversiones en producción e infraestructuras. Además, es crucial invertir en innovación y no depender únicamente de las tecnologías existentes, a fin de reducir la dependencia de materiales o componentes específicos. El cuarto pilar consiste en facilitar la colaboración entre los sectores público y privado, en particular mediante el establecimiento de normas y con sistemas de trazabilidad comercial, para promover el desarrollo y el seguimiento de las cadenas de suministro. Y por último, advierte la AIE, es necesario aumentar la inversión global en energías limpias, al mismo tiempo que se ayuda a quienes operan en el sector a enfrentar el escenario actual, en el que el coste del dinero sigue aumentando.