El robot no desecha nada

La tecnología al servicio del planeta: desde la electrónica al sector agroalimentario, las posibles aplicaciones de la inteligencia artificial que ayudarán a acelerar la transición hacia la economía circular.

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El robot asistente acaba de coger un monitor. Es capaz de distinguirlo entre otros objetos electrónicos (PC, smartphones, tabletas) que podrían estar bajo su mano artificial y, por lo tanto, sabe cómo agarrarlo. Se lo entrega a un técnico para que comience a desarmarlo. Una vez que todas las piezas han sido separadas – monitor de vidrio, estructura de plástico, placa electrónica -, el robot las coloca sobre una cinta transportadora que las conduce hacia otra área, donde los componentes serán analizados para su posterior reutilización, reparación o, en el peor de los casos, eliminación. En este último caso, se los deriva a un sitio automatizado, donde se separan los materiales, se trituran los plásticos o vidrios y, finalmente, se envían para ser reciclados. La parte más complicada es la de las placas electrónicas, pues contienen materiales costosos como el cobre e incluso valiosos y estratégicos, como las tierras raras.

 

La frontera de la “remanufacturación”

Nos encontramos en Milán, Italia, en la planta experimental de “re-manufacturing” y “de-manufacturing”, realizada conjuntamente por STIIMA, el Instituto de sistemas y tecnologías industriales inteligentes para la industria manufacturera avanzada del Consejo Nacional de Investigación (CNR, por sus siglas en italiano) y el Politécnico de Milán. Aunque en este momento la planta se encuentra en una fase experimental, es un ejemplo significativo del enorme potencial de la inteligencia artificial en la economía circular. ¿Por qué? Porque no existen en el mundo lugares como este capaces de recibir residuos electrónicos, entender qué son, desmontarlos y recuperar sus partes útiles y valiosas. Por esta razón, millones de toneladas de viejos televisores, monitores, PC rotos, móviles y electrodomésticos de todo tipo, se acumulan en los vertederos de donde pueden ser retirados para alimentar un mercado ilegal y extremadamente contaminante.

Es difícil estimar su real dimensión, pero según UNEP, el programa de las Naciones Unidas para el medioambiente, el valor del mercado global de los desechos electrónicos es de 62.000 millones de dólares y solamente el 20% se recicla formalmente. Todo lo demás alimenta el negocio de exportación de estos desechos a África Ecuatorial, India, Sudeste Asiático. Una práctica que tiene un enorme impacto ambiental y social. 

 

Los secretos para diseñar productos circulares

Nuestra manera de gestionar los residuos electrónicos es uno de los muchos ejemplos de cómo una economía basada en un proceso lineal, que comienza con la explotación de los recursos naturales y finaliza en un vertedero, ya no es más sostenible para el planeta. Por lo tanto, es fundamental convertirse a la economía circular, pues garantiza una menor presión sobre los recursos naturales y una gestión más equilibrada. En esta transición, la IA puede cumplir un rol crucial, como lo demuestra la planta piloto de de-manufacturing de Milán.

Lo confirma la Ellen MacArthur Foundation, una organización que trabaja en todo el mundo para difundir ejemplos y buenas prácticas de economía circular. A través de una red de un centenar de empresas globales, de la cual nuestro Grupo forma parte, la fundación produce documentos e instrumentos para difundir la cultura circular. Por ejemplo, en este tutorial, explica cómo la inteligencia artificial puede sacar provecho de su capacidad para analizar rápidamente enormes cantidades de datos con el fin de mejorar tres aspectos fundamentales en la fase de diseño de productos circulares. El primero, es la capacidad para identificar entre varias opciones cuál es la mejor manera de diseñar según los criterios de la circularidad. El segundo, es acelerar el proceso de proyección de un producto circular y lograr que su lanzamiento en el mercado sea más rápido. Por último, el tercer aspecto tiene que ver con el enfoque que la IA puede ofrecer para captar nuevas soluciones, pensando “out of the box” (pensamiento lateral) y comenzando a concebir los bienes de consumo de otra manera.

Por ejemplo, la IA se puede utilizar para prevenir las fallas y las relativas problemáticas durante la vida de un producto, haciéndolo más circular extendiendo su vida útil. Por ello, en Enel hemos implementado y promovido el uso de técnicas de machine learning que han permitido efectuar análisis predictivos para el mantenimiento de las redes de distribución eléctrica y de los componentes de las centrales de generación de energía, identificando con antelación las criticidades del funcionamiento de los equipos y, consecuentemente, previniendo los daños, extendiendo la vida útil de nuestros activos y, al mismo tiempo, mejorando la calidad del servicio.


De la electrónica de consumo a los alimentos innovadores

Ya existen, y se están difundiendo, enfoques de este tipo. En un estudio de 2019, publicado por McKinsey y realizado junto con Google y Ellen MacArthur Foundation, se describen numerosas aplicaciones reales, por ejemplo en el sector agroalimentario o en la electrónica de consumo. Para la correcta gestión y separación de los residuos electrónicos, se utilizan sistemas de IA que seleccionan y separan las baterías y los celulares en los contenedores de resto, como hace la empresa sueca Refind Technology, o los sistemas de machine learning que analizan las imágenes de los residuos para identificar los electrónicos. Este tipo de soluciones ha sido desarrollado por empresas como AMP Robotics, Bulk Handling Systems, Sadako Technologies y ZenRobotics.

En el sector alimentario, la IA se utiliza para diseñar alimentos innovadores, basados en productos como carnes, pescados y productos a base de leche y huevos generados por una cadena de producción de alto impacto ambiental. Por ejemplo, las carnes vegetales de Beyond Meat, que ya se encuentran en muchos restaurantes italianos, o de Impossible Foods, o las leches, helados y mayonesas de la empresa española NotCo. Pero las aplicaciones cubren todas las fases de la cadena de producción agroalimentaria, desde el cultivo hasta el envasado. A través de soluciones hi-tech creativas e inteligentes, el camino hacia la economía circular puede convertirse en una autopista. Y el planeta lo agradece.