Huella hídrica: cómo proteger el recurso más preciado

Huella hídrica: cómo proteger el recurso más preciado

Medir el consumo de agua sirve para aprender a utilizarla mejor y menos: así nació un indicador que se aplica de manera diferente a personas, industrias y Estados.

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Con robots en Marte, los científicos buscan rastros de agua, y puede que hagan lo mismo en un futuro próximo en las lunas de Júpiter o Saturno: el agua es esencial para la vida tal y como la conocemos.

En la Tierra, el agua es abundante pero no ilimitada. La cantidad total, distribuida entre la superficie terrestre, la atmósfera y el subsuelo, es prácticamente la misma que en la época de los dinosaurios, pero el agua dulce solo representa el 2,5 % del total y está en gran parte atrapada en forma de hielo en la Antártida.

En definitiva, el agua de la que disponemos para satisfacer las necesidades de 7000 millones de personas, es solo el 0,007 % de la presente en nuestro planeta. Por ello, se trata de un recurso muy valioso y frágil, que debemos proteger mediante un uso responsable. Por eso es importante hablar de la huella hídrica.

 

Qué es la huella hídrica y qué ámbitos abarca

La expresión «huella hídrica» fue acuñada en 2002 por el académico holandés Arjen Hoekstra, por analogía con otros parámetros como la huella ecológica y la huella de carbono. Todos ellos son índices que miden el impacto individual y colectivo sobre el medioambiente: desde el más genérico, la huella ecológica, hasta otros más específicos, como la huella hídrica y la de carbono, que miden el consumo de agua y las emisiones de dióxido de carbono, respectivamente.

En realidad, el concepto no era nuevo. Ya en 1993, el geógrafo británico John Anthony Allan acuñó el término «agua virtual», con el que se refería al agua «oculta», es decir, el agua no visible utilizada para producir un alimento o cualquier otro producto.

Desarrollando la teoría de Allan, Hoekstra formuló el concepto de huella hídrica para incluir tanto la directa, es decir, el agua consumida por una persona, empresa o país, como la indirecta, que incluye la suma de la huella hídrica de todos los productos consumidos.

Técnicamente, la huella hídrica se divide en tres componentes:

  • el verde se refiere al agua obtenida de las precipitaciones atmosféricas, incluida la que permanece en el suelo durante algún tiempo.
  • el azul es el que proviene de las aguas superficiales, como lagos y ríos y acuíferos subterráneos.
  • el gris mide la contaminación del agua y, más precisamente, corresponde a la cantidad de agua dulce necesaria para asimilar los contaminantes de las actividades humanas.

En 2008, Hoekstra fundó la Red de la Huella Hídrica, una plataforma internacional que reúne a empresas, asociaciones y particulares para concienciar sobre la huella hídrica y ayudar a optimizar el consumo en todo el mundo.

Se trata de una necesidad que hoy es más urgente debido a varios factores: el rápido crecimiento de la población mundial, con el consiguiente aumento del consumo de agua; el cambio climático, que provoca un aumento de las fases anormales de sequía; la contaminación, que reduce la cantidad de agua limpia a nuestra disposición.

En general, la huella hídrica, al igual que la huella de carbono, es un buen índice para evaluar el grado de sostenibilidad de los procesos productivos de nuestra sociedad, pero también de nuestro comportamiento personal: para evaluar la sostenibilidad medioambiental, debemos ser capaces de medirla.

 

La huella hídrica de las personas

La huella hídrica de una persona es solo una pequeña parte del agua consumida directamente para beber, cocinar y lavarse. La mayor parte procede del agua utilizada en la producción, el transporte y la distribución de los productos que compramos y consumimos, desde los alimentos hasta la ropa, desde la movilidad hasta el consumo de energía, desde los productos domésticos hasta la higiene personal.

La Red de la Huella Hídrica ha calculado que la huella hídrica de una sola persona en nuestra economía globalizada puede oscilar entre los 1500 y los 10 000 litros diarios: una cifra que puede parecer sorprendentemente alta a primera vista, pero que hay que tener en cuenta para tomar la debida conciencia del propio impacto en el medioambiente.

Por supuesto, la huella hídrica personal depende en gran medida de diferentes variables, como el lugar donde se vive y el estilo de vida, incluida la dieta. En particular, el consumo de carne roja es especialmente impactante: un filete de ternera de 200 gramos, por ejemplo, requiere cuatro veces más agua que la misma cantidad de carne de pollo, y tanta agua como 47 duchas de 8 minutos cada una. En estas cifras subyace la suma del agua utilizada en todas las etapas: desde el cultivo del forraje para criar el ganado hasta el transporte que permite que los alimentos lleguen a la mesa del consumidor.

Para ello, la Red de la Huella Hídrica ha desarrollado una calculadora en línea con la que todo el mundo puede calcular su huella hídrica en función de parámetros como la renta, el país de residencia y el consumo de carne. Es una herramienta que ofrece resultados aproximados, basados en el promedio de personas con las mismas características. Mientras que, para obtener resultados aún más personalizados, se puede utilizar otra calculadora en línea más elaborada y precisa, que tiene en cuenta el consumo directo de agua y los hábitos alimentarios con más detalle.

En todos estos recuentos, el país de residencia es un parámetro clave. Por ejemplo, un hombre con una renta anual de 20 000 dólares y un consumo moderado de carne utiliza 1750,9 metros cúbicos de agua en un año si vive en Austria, 2992,2 si vive en México y hasta 3139,9 si vive en Arabia Saudí, mientras que la cifra se reduce a 114,4 metros cúbicos si vive en Burundi.

 

La huella hídrica de las empresas

En una empresa, la huella hídrica es un parámetro más complejo: mide toda el agua utilizada para producir el conjunto de bienes o servicios que presta, más la empleada a lo largo de la cadena de suministro y la asociada al uso de los productos.

La industria alimentaria, basada en la agricultura y la ganadería, es el principal usuario de agua. La Red de la Huella Hídrica ofrece una lista con las cifras de la huella hídrica de varios alimentos, especificando también para cada uno de ellos qué parte se debe a la huella hídrica azul, cuál a la verde y cuál a la gris. Por supuesto, se trata de cifras indicativas: incluso en el sector empresarial, la huella hídrica depende en gran medida de los lugares de producción y de otros parámetros.

Alimento
Huella hídrica (litros por kg)
Verde (%)
Azul (%)
Gris (%)
Pan
1.608 70 19 11
Mantequilla
5.553 85 8 7
Queso
3.178 85 8 7
Pollo
4.325 82 7 11
Chocolate 17.196 98 1 1
Huevos
196 (para un huevo de 60 g)
79 7 13
Ensalada
237 56 12 32
Aceitunas
3.015 82 17 2
Naranjas
560 72 20 9
Pasta 1.849 70 19 11
Pizza (margarita)
1.259 (para una pizza)
76 14 10
Cerdo
5.988 82 8 10
Patatas
287 66 11 22
Arroz
2.497 68 20 11
Azúcar
920 62 19 19
Tomates
214 50 30 20
Vino
109 (for a 125 ml glass) 70 16 14
Manzanas
822 68 16 15
Plátanos
790 84 12 4
Ternera
15.415 94 4 3
Cerveza
74 (para un vaso de 250 ml)
85 6 9
Leche
255 (para un vaso de 250 ml)
85 8 7
Café
132 (para una taza de 125 ml)
96 1 3

Nota: los datos han sido redondeados

Otro sector caracterizado por un elevado consumo de agua es la industria textil y de la confección, contando todas las fases de producción. Por ejemplo, el agua que se utiliza para un par de vaqueros desde el cultivo del algodón, pasando por el procesamiento y la fabricación de los pantalones, hasta el embalaje del producto final.

Según la Red de la Huella Hídrica una camisa de algodón de 250 gramos utiliza 2495 litros de agua (54 % verde, 33 % azul, 13 % gris), mientras que la huella hídrica del cuero es mucho mayor: 17 093 litros de agua por kilo (93 % verde, 4 % azul, 3 % gris).

 

La huella hídrica de los Estados

Como se ha mencionado anteriormente, las mismas personas y productos pueden tener diferentes huellas hídricas en función de la geografía. Por tanto, la huella hídrica de un país no depende solo de su población o de su Producto Interior Bruto, sino de numerosos factores que dificultan su cálculo. No en vano, la Red de la Huella Hídrica ha desarrollado una herramienta para calcularla.

Los países con la mayor huella hídrica son China e India, cada uno con un consumo anual de agua de más de 1 billón de metros cúbicos. El tercer lugar lo ocupa Estados Unidos, con algo más de 900 000 millones de metros cúbicos al año: una cifra muy cercana a la de los gigantes asiáticos, pero con una población inferior a la cuarta parte.

El cuarto país más poblado, Indonesia, está precedido en esta clasificación especial por Rusia y Brasil, y seguido en orden por Nigeria, Argentina, Canadá y Pakistán. Destaca la cifra de Argentina que, con solo 40 millones de habitantes, supera a gigantes demográficos como Pakistán y México, así como a potencias económicas de primer orden como Japón y Alemania.

Italia, con 62 000 millones de metros cúbicos al año, se mantiene fuera de los veinte primeros puestos en todas las categorías.

A nivel regional, como puede intuirse, las zonas de Italia con mayor huella hídrica son las grandes áreas metropolitanas y, sobre todo, el valle del Po: las más importantes tanto demográfica como económicamente. En el otro extremo, se encuentran los cinturones de los Alpes y los Apeninos y las zonas interiores de Sicilia y Cerdeña.

 

Cómo reducir el consumo de agua

La concienciación sobre el tema de la huella hídrica ha aumentado considerablemente en los últimos años, también y sobre todo en el sector empresarial. Cada vez son más las empresas que prestan atención a su consumo de agua e intentan reducirlo, lo que responde tanto a la creciente sensibilidad por la sostenibilidad medioambiental como al modelo de economía circular. De hecho, puede afirmarse que la reutilización del agua es la acción más natural orientada a la circularidad.

Para reducir su huella hídrica, por ejemplo, el Grupo Enel ya en 2018, con el proyecto Matching, estudió soluciones para reducir el consumo de agua en las plantas de generación de energía. Más recientemente, el proyecto WaVe (Water Value Enhancement, Mejora del Valor del Agua) incluye varias iniciativas de ahorro y uso más eficiente del agua.

Aunque la energía hidroeléctrica es la que se ocupa más directamente de la gestión del agua, todas las centrales de generación se prestan a la optimización de la huella hídrica. En Chile, por ejemplo, se implantó un sistema de recuperación de agua de las torres de evaporación y de los residuos de los procesos industriales en la planta de San Isidro, mientras que en las Islas Baleares, en la planta de Mahón, se utilizaron los efluentes de la planta de tratamiento municipal cercana para alimentar el sistema de reducción de los óxidos de nitrógeno. En la central de Santa Bárbara, en la Toscana, la adopción de nuevos reactivos especialmente formulados y el uso de un sistema de control avanzado han reducido las necesidades de agua de la planta en un 15 %.

En cuanto a las instalaciones solares, en el árido desierto chileno de Atacama se ha introducido una técnica innovadora que utiliza la humedad natural para limpiar los paneles fotovoltaicos de nuestros parques fotovoltaicos de la zona; mientras que en Panamá, el lavado mecanizado ha sustituido al manual, reduciendo la extracción de agua. Estos son solo algunos ejemplos que ofrecen una visión general de las numerosas iniciativas del Grupo Enel para optimizar la gestión del agua.

Además de las grandes y pequeñas empresas, los ciudadanos también pueden contribuir reduciendo su huella hídrica con su comportamiento diario. Incluso con las precauciones más triviales, como cerrar el grifo mientras te enjabonas o te cepillas los dientes y, en general, evitando el despilfarro de agua, más allá, obviamente, de prestar atención a no contaminar ríos, lagos y mares.

Pero también se puede hacer tomando decisiones como consumidores conscientes, basándose en los datos presentados anteriormente o en las calculadoras en línea: reducir el consumo de carne roja, reducir la compra de ropa innecesaria –quizás evitando las prendas con una gran huella hídrica–, y recompensar a las empresas que muestren preocupación por el consumo de agua, tanto haciendo pública su huella hídrica como, sobre todo, poniendo en marcha iniciativas concretas para reducirla.

Los individuos por sí solos no pueden cambiar el mundo, y las iniciativas de abajo hacia arriba no son suficientes: además de un cambio de mentalidad, es necesaria, entonces, la iniciativa de gobiernos y empresas. Proteger el agua, de hecho, es un deber de todos, porque el agua, como el aire, es de todos: el agua es vida.